jueves, 28 de mayo de 2009

# SERAPHINE Y LAS PINTORAS


Ayer vi una peli recomendable: “Seraphine”. Cuenta la historia de la pintora Seraphine Louis, uno de esos casos que la Historia ha omitido, de una artista relevante y vanguardista (puedes encontrar su biografía en http://mujeresenelarte.blogspot.com).


La historia me conmovió, quiza porque es una de tantas olvidadas. Me emociona sentir cómo una mujer busca su propia libertad, por medio de la creatividad, en un entorno, clase social y época tan hostil hacia ella.

Maravillosa la actriz que la interpreta, por cierto.


La Historia ha ocultado a las Mujeres. Ya sea como individuas o como grupo social. En el caso del Arte, la Historiografía ha camuflado este olvido gracias al concepto de Genio, que ha venido que ni a dedo: No hay mujeres Genio.

Desde los años 70, la historiografía feminista se viene ocupando de desvelar la existencia de mujeres artistas a lo largo de todas las épocas históricas. La publicación, en 1971 del artículo ¿Porqué no ha habido mujeres artistas importantes? de la historiadora feminista Linda Nochlin * http://www.miracosta.edu/home/gfloren/nochlin.htm marca el punto de partida para numerosos estudios, compilaciones, monografías, etc, de mujeres artistas; así como la promoción de exposiciones de artistas contemporáneas.

Se comienza a cuestionar la Historia del Arte como un hecho social mediatizado. Se analizan las normas por las que se ha estipulado la valoración del arte como producto. Normas que, históricamente, han sido dictadas por el poder patriarcal.

El concepto de arte, como hoy lo entendemos, nace en el Renacimiento. Es un concepto burgués que establece, entre otras cosas, perniciosas divisiones entre artes mayores, artes menores, artesanía, etc. No hace falta recordar qué clase de arte es el hecho por mujeres, siempre secundario, hasta los materiales, técnicas o temas que ellas pintan se consideran de menor valor.



Por otro lado, las mujeres tienen vetada, hasta casi el siglo XIX, la entrada en las Academias de Arte. Si las mujeres estaban excluidas del estudio de las matemáticas, difícilmente conocerían la geometría euclidiana o la aritmética, tan determinante en el arte renacentista, por ejemplo. O la escultura en piedra, que requiere de cierto vigor físico, que las mujeres no deben mostrar.

Sólo aceptan mujeres en esas otras escuelas, llamadas de Artes Menores (luego de Artes y Oficios). No es casual pues que las artes desarrolladas por mujeres se centren en bordados, textil; o que los temas de sus pinturas sea bodegones o dibujos preciosistas de botánica, “artes femeninas” todas ellas. Materiales y temas que serán vindicados por el arte feminista ya en el siglo XX.

Hay por tanto muchas y muy buenas artistas que desarrollan su creatividad en estas lindes.

Por otro lado, justo cuando la Academia se liberaliza y abre su acceso a las mujeres, es el momento en que la Academia Oficial deja de ser importante para el arte vanguardista. Ya existe un mercado del arte, hay galerías privadas, etc.. Qué curioso, ¿no?. De nuevo, cuando se abren las puertas de algo vetado a las mujeres, es cuando comienza a devaluarse….

No obstante todo ello, y pese a los obstáculos, también hubo grandes mujeres artistas en el Arte oficial, conocidas en su época y escondidas luego por la historiografía.

En el mundo clásico, pintoras como Calypso o Helena de Egipto. Monjas miniaturistas, vidrieras, orfebres o bordadoras en la Edad Media. Ilustres pintoras renacentistas, como Catalina de Bolonia, Lavinia Fontana, Marietta Robusti (hija de Tintoretto), la magnífica Sofonisba Anguissola; la escultora y orfebre Propertzia de Rossi.


Artistas barrocas como Elisabetta Sirán, Judy Lester, o Artemisia Gentileschi. La escultora Luisa Roldán, quien volvió a poner de moda el barro gracias a su maestría.

En la Ilustración, pintoras académicas como Angelica Kauffmann, Rosa Carriera o la española Carolina del Castillo. La escultora Anne Seymour Damer, cuyas obras eran tan buenas que decían que alguien (un hombre) las terminaba, que no podía ser ella.


Conocemos muchas más artistas de fin del XIX y primeras vanguardias. Modernistas como Margaret y Frances Macdonald; impresionistas como Mary Cassat, Berthe Morrisot, o las ecultora Camille Claudel. Futuristas como Alexandra Exeter. Expresionistas: Susan Valadon, Gabriele Munter, Paula Motherson Becker o Frida Kahlo. Dadaístas como Suzanne Dauchamp o Sophie Taeuber Arp. Surrealistas como Maruja Mallo, Leonora Carrington o Remedios Varó; o la escultora Louise Bourgeois (me encanta). Cubistas: Mary Blanchard, Sonya Terk Delanuay. Abtractas: Georgia O Keefe o Barbara Hepwort.


Como digo, el arte feminista y su historiografía han conseguido que las mujeres creadoras tengan hoy un mayor reconocimiento que en otra épocas, no obstante, es patente aún una fuerte discriminación por razón de genero en el mundo del arte contemporáneo. Recordemos aquel magnífico póster de las Guerrilla Girls (www.guerrillagirls.org) en el que se preguntaba: ¿Tienen que estar las mujeres desnudas para entrar en el Metropolitan?, porque menos del 5% de los/as artistas de las secciones de arte moderno son mujeres, y sin embargo el 85% de los desnudos que aparecen en los cuadros son femeninos.


De nuevo las mujeres, el feminismo, fisuramos el patriarcado.


Me alucina pensar en el arte, en la creatividad, como motor de otros modelos, estilos, momentos, que escapen a este orden tan adverso para todo lo no entra en el modelo masculino y de poder.


Volví a sentir eso anoche en el cine, una suerte.


Silvia Molina Castaño