sábado, 4 de julio de 2009

# Las Hadas Alpinas



Para Boni.

Sábado, 13 de octubre- 9:35 horas de una mañana fresca y limpia de otoño.
Se respira tranquilidad en el ambiente, no hay muchos ruidos fuera; pero Sofía se levanta sobresaltada. Lleva un rato despierta, algo nerviosa, y no puede quedarse más rato en la cama. Tampoco quiere despertar a Fernando.
Ella sabe que está pasando algo, algo especial. Y quiere sentirlo a solas.


9:37 horas. Paula envía un sms a Carla: <acabo de llegar frente a la Laguna, el agua está casi helada. Mejor, así lo sentirá más fuerte. Avísame cuando veas la “reu”. ¿Qué sabes de Berta, contestó anoche?>


9:01 horas. Berta sube la cremallera de la tienda, el día está completamente abierto y hace sol, pero la mañana es fría. Vuelve dentro y se enfunda el polar.
Al salir de la tienda sorprende a tres montesas que han bajado a beber, el agua es tan trasparente que el lagunillo verdaderamente parece un pequeño cráter.
Sonríe. Al parecer nadie ha dormido cerca, no ha visto nada en los vivacs de al lado. Anoche había escuchado algunos ruidos y sintió miedo.
Normal. Después de que aquél imbécil le asustara este verano la noche que subió sola a vivaquear, para ver la lluvia de estrellas. Ese tío la había intimidado, y recordado los riesgos “extra” que entraña la montaña para las mujeres que quieren ir solas. Qué cerdo.
Afortunadamente –se dijo Berta - lo de anoche habrá sido seguramente algún zorro buscavidas.
Ya preparada y con la tienda recogida, de nuevo sonríe. Está expectante. Vacares es su pico favorito desde hace algún tiempo. Es su particular forma de estar en la luna, de olvidarse de las movidas mundanas, las que a veces le sacan de quicio, allí, al otro lado de esta Sierra. También es el lugar donde habían dormido la primera vez que hizo la integral con Pedro. Y aunque de eso hace ya mil años, ahora piensa que la puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta, sin temer ya a los recuerdos.
Sonríe, hoy tiene un gran plan. Se pregunta qué estarán haciendo Sofía, Paula y Carla. Enciende el móvil. Sigue sin cobertura: allí arriba, en los tres mil, encontraré señal.



9:38 horas Carla acaba de alcanzar una repisa cómoda, se asegura, y silva a Lucas para que vaya subiendo. Vuelve a mirar hacia arriba: lo lleva viendo un rato, a unos tres metros a la izquierda hay un saliente estupendo: <será ideal para montar ahí la reunión, además, de la misma roca sale como una barriguita. Genial, es como la de Sofía, será desde ahí>.
Escucha el tintineo de la cacharrería de Lucas, ya debe estar llegando. Le gusta escalar con él, le da confianza. Se alegra de haberle pedido que le acompañe en un día tan especial para ella. Lleva callado desde que subieron la carihuela, como si le cediera su silencio, para que Carla se pueda concentrar de pleno en su proyecto: sostener uno de los vértices.
Es entonces cuando se oye el sonido del móvil: un mensaje.
<Qué emoción, ¡éstas ya deben estar preparadas!> piensa, y espera impaciente a que Lucas alcance la repisa. Finalmente saca el móvil. < ¡Es Paula! Ya ha llegado a la Laguna Negra. Es genial>.



Intenta imaginársela. Conociendo a Paula debe estar estirando metódicamente, con sus maravillosos ojos miel mirando a la Laguna, su laguna. Recordando emocionada las historias que la rodean, los relatos de su familia en Covaleda; y muy especialmente las locuras que su padre le contaba de pequeña: cuando él y los primos se bañaban en ella, y la cruzaban; desafiando la leyenda que asegura que la mujer ahogada que habita la Laguna, se tragará a quien se atreva a nadarla.
Ella había elegido ese reto, atravesar a nado la Laguna Negra, y así reconciliarse también con el amor y recuerdo a su padre.


Carla contesta a sus compañeras con otro sms: <ya veo la reunión, estoy preparada, un beso muy fuerte, voy pa arriba>.
El mensaje de Carla llega sólo un instante después del que envía Paula: <chicas, me meto en el agua, a las diez en punto estaré atravesando la parte más honda. Besos>
Berta lee este último mensaje emocionada, y contesta a ambas con un lacónico: < ¡yo a sólo cincuenta metros del Puntal!>, no le salen más palabras.


10:00 horas de la mañana. Sofía ha subido a la terraza y mira al cielo. El corazón le va a estallar, sus ojos giran hacia el reloj y las lágrimas ya se derraman por toda la mejilla. Acaricia con las manos bien abiertas su abultadísima barriga, y le susurra a la preciosa niñita que lleva dentro: <ahora mismo se ha trazado un triángulo mágico para tí entre Urbión, Los Galayos y la Sierra. Cariño, es el maravilloso regalo de tus hadas alpinas en tu séptimo mes de vida>.
Silvia Molina Castaño