¿Y
si un día nadie hiciera la comida? Si nadie
levantara a las niñas, preparara desayunos, nadie duchara a la abuelita
enferma, o cambiara unas sábanas mojadas.
¿Y
si un día nadie pudiera velar las noches de un niño con fiebre, no pudiera
llevarle al médico?
El
trabajo doméstico y de cuidados a las personas no se mide en ningún PIB, no se
ve, es invisible, se da por hecho. No hay primas especiales para retribuir
noches en vela, pre-ocupaciones, cariño. Tampoco hay paro para quienes lo
desarrollan, sólo tasas de actividad elevadas, sin horarios de entrada ni
salida.
Se
trata de una actividad que acompaña a la vida entera, omnipresente en la
cotidianeidad, difícil de calcular y precisar.
Quizá
no sea necesario computarlo, quizá sería imposible retribuirlo, quizá tampoco
queramos convertir los cuidados y afectos en valores mercantiles.
Pero
sí es responsabilidad social y de las Instituciones el valorar su aportación al
correcto funcionamiento de un país, reivindicar su papel fundamental en la paz
social y el bienestar de las personas.
No contribuir al trabajo reproductivo es un fraude, y permitir que recaiga gratuitamente en una parte de la población, es una explotación.
Debemos
velar porque este trabajo sea prestigiado, que no sea asumido mayoritariamente
por el grupo social de las mujeres (dejemos de hablar de colectivo si somos la
mitad de la población).
Debemos articular en lo posible el mayor número de herramientas para hacer de él un trabajo más digno y llevadero (las llamadas medidas para la conciliación, que deberíamos empezar a llamar medidas para la CUIdadanía).
Debemos articular en lo posible el mayor número de herramientas para hacer de él un trabajo más digno y llevadero (las llamadas medidas para la conciliación, que deberíamos empezar a llamar medidas para la CUIdadanía).
Debemos exhortar a quienes aún no contribuyen a que lo hagan, con la misma naturalidad que el Estado persigue a quienes no pagan sus impuestos.
Es ahí donde debemos buscar brotes verdes, y dejarlos florecer.
Especular con recortes en el estado del bienestar se traduce en volver a los roles de género tradicionales, que segregan y empobrecen, que generan violencia y malestar.
Una huelga de trabajadores/as como la de hoy puede movilizar un país, parar la economía, refundar incluso las bases de un sistema. Pero ¿qué consecuencias reales tendría una huelga de cuidados?. Veremos.