domingo, 8 de marzo de 2009

# feliz 8 de marzo de 2009

Este año recuerdo especialmente las reflexiones de la arquitecta feminista Pascuala Campos de Michelena, una de las personas más inteligentes e impactantes que he conocido, con una energía mágica. Cuando encontré este texto estaba entusiasmada con la arquitectura y el urbanismo. Desde entonces mi mirada y percepción de los espacios no ha vuelto a ser la misma...ya no sabría volver, ni querría tampoco.




Pascuala Campos de Michelena, Identidad y Proyecto, 1997.

El objeto de este texto es exponer algunas reflexiones, sugerencias y también intuiciones/.../el deseo de investigar sobre las necesidades y consecuencias de la organización del espacio, no desde un rol de mujer ya dado, no a partir del propio proceso de construcción de la identidad. La organización del espacio no es neutral sino que reacciona a dictámenes de criterio sobre lo femenino y masculino.

Hasta ahora las decisiones sobre el espacio fueron tomadas por el colectivo masculino en base a intereses propios justificados con argumentos de objetividad.

Esa percepción de la realidad está teñida por dicotomías tales como: masculino-femenino, objetivo-subjetivo, intelectual-emocional, público-privado, político-personal, poder-amor.

La jerarquización de esos conceptos se resuelve según criterios de poder y dominación.

Un cambio en la percepción de la realidad se debe a una postura emocional distinta. Ella es debida a una toma de conciencia de nuestra propia capacidad para definir aquello que queremos ser.

La intuición es conocimiento guiado por el sentimiento de lo auténtico a través de procedimientos no codificados. Revalorizar la intuición es abrir caminos nuevos que en su momento puedan ser verificados.

"Lo masculino" y "lo femenino" no existe. Escojo todo aquello que me es necesario para la construcción de mi identidad de mujer.

Mi biología y mi querer ser, son los dos principios que determinan mi presente.

El pasado pertenece al futuro.

El útero
El regazo
El mundo exterior
La tierra que nos acoge.

Cuatro lugares. Cuatro tiempos. El primero y el cuarto son inevitables. El tercero, el Mundo, sólo existe si existe el segundo, el Regazo.

Es por eso que creo que el concepto de espacio está arraigado en lo femenino.

La demarcación de los territorios y de los cuerpos ha sido hecha por aquéllos que nunca sintieron que un cuerpo puede ser habitado.

La ocupación como dominio es un concepto anclado en lo masculino. Por eso la guerra y el guerrero se han considerado hasta ahora el más alto exponente de masculinidad.

Trascender el cuerpo siempre ha sido una historia masculina.

Las mujeres nos apegamos al cuerpo porque es fuente de comunicación y de vida.

La organización jerárquica del espacio tiene que ver con cuerpos invadidos.

La recreación del espacio tiene que ver con cuerpos habitados.

El espacio público y el privado pertenece a los mismos dueños: a aquéllos que se autoafirman a costa de otros.

El espacio colectivo y el de la intimidad es donde nos relacionamos y podemos ser nosotros mismos.

El espacio doméstico está asociado a lo privado pero debería conectarse a lo colectivo y a lo íntimo.

Lo doméstico se ha centrado en la casa, pero toda la ciudad, todo el territorio, es espejo de lo cotidiano.

Los sinsabores y una vida sobrecargada son las consecuencias de una organización jerárquica de la ciudad y el territorio.

Un territorio preparado para el día a día es aquél en el que fluye la vida en armonía.

Lo cotidiano engendra cada atardecer, cada mañana. Las horas están ligadas por espacios de tiempos en donde lo más importante es el concepto de vida.

Quien dice que no necesita lo cotidiano es porque lo usa, no porque lo participa o lo disfruta.

Nadie existe sin el día a día y sus ligaduras.

Se trata, en cada momento, de buscar valores espaciales bellos que nos enraícen en lo humano, en donde la vida diferente de muchas gentes diferentes sea posible.

La belleza es la expresión de lo auténtico, por eso nos seduce.
Las ciudades y las casas se hacen con muros.

Los muros pueden ser de piedra, de barro, de papel, de seda.

Incluso pueden ser, los muros, de costumbres, de normas, de miedos y también a veces de esperanza.

El muro es el principio construido de la diferencia.

El hueco es el punto luminoso en la ceguera del muro.

Cruzando los huecos, aceptamos las diferencias.

El umbral es un límite flexible, traspasable. De ahí su importancia.

El umbral es un espacio de relación.

El espacio construido quizás debiera ser una sucesión de umbrales.

Puertas y ventanas son espacios de comunicación. De su tiempo de ser infranqueable se deducen valores que imperan en nuestra cultura.

Habitar una casa significa ser libre para poder permanecer en ella.

Encontraréis más textos sobre feminismo y arquitectura en este enlace:
http://habitat.aq.upm.es/boletin/n7/

Silvia Molina Castaño

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por este espacio para respirar y leer el porqué de nuestras cosas.
Un beso, GAF.

Laura.

Elizabeth Cady Stanton dijo...

gracias a tí por participar en él, estás en tu casa. un besito gafita

Anónimo dijo...

Feliz 2010 cada vez más frío y blanco en Granada y Güéjar. Pongo un enlace al blog en mi blog. Blakin

Elizabeth Cady Stanton dijo...

Hola Blakin, ¿cuál es tu blog? pa devolverte la visita. ¡Feliz año también para tí !